Tengo seis años de trabajar para el Instituto Nectandra en mantenimiento de las oficinas. No tuve una relación muy allegada con don Álvaro; él parecía un hombre muy serio, callado y estricto pero era todo lo contrario.
Tuve la oportunidad de ir a un viaje con Nectandra al INBio. Aquí pasó algo curioso que siempre guardaré conmigo. Don Álvaro estaba alzando una cabra y yo quería alzar una también, solo que esta no se dejaba y se alejaba de mi presencia. Entonces don Álvaro me explico cómo tenía que tratarlas para que se dejaran cargar. La convivencia de este día estuvo llena de aprendizajes, comentarios de plantas y lo más importante conocer a alguien con tanto valor y esfuerzo hacia la vida natural y la conservación de nuestros bosques.